Artículo publicado por Diario UNO el 29 de noviembre de 2015
http://diariouno.pe/2015/11/29/no-mires-mis-arrugas-atiende-a-mi-experiencia/
Todo parte de casa, eduquemos a nuestros hijos para que crezcan en una sociedad que vuelva a valorar al adulto mayor como el sabio que siempre ha sido y que recupere su sitial en la sociedad que por miles de años ocupó siempre.
Se conoce como viejismo a aquel prejuicio relacionado con los adultos mayores, ancianos, en otras palabras lo relacionado a la vejez; y es un prejuicio tan extendido que lo practican la sociedad, los servicios de salud y lo más anecdótico, los propios pacientes.
Veamos un caso. Estaba realizando la consulta externa en una oficina asignada para mí durante mi época del residentado médico, cuando acudió a atenderse un caballero muy activo, dinámico y muy agradable y derrochaba mucha simpatía, digamos que su nombre era Florián.
Florián tenía 95 años y verdaderamente no parecía, aparentaba por lo menos unos 10 años menos, era un hombre totalmente lúcido, locuaz, de habla fluida y trato muy amable, muy educado, pues en su vida activa fue maestro de una escuela local. Durante la consulta conversamos de todo, desde un poco de política local hasta fútbol local.
El detalle de Florián es que era ciego, cuando le pregunté la razón de su ceguera, me contó que hace unos 10 años, cuando tenía 85 años le diagnosticaron cataratas las cuales se encontraban en una etapa muy avanzada y que requería como único tratamiento la cirugía, la cual no se realizó. Cuando le pregunté porque no lo habían operado me respondió con un poco de pena, quebrándosele la voz, que no lo operaron en aquella ocasión porque tanto el médico como sus hijos consideraron que Florián estaba muy anciano y que debido a su avanzada edad ya no era oportuno operarlo.
Recuerdo que me indigné, sentí un nudo en la garganta pues, consideré que privaron a un hombre activo dinámico, independiente y lúcido de gozar de la visión condenándolo a la ceguera, a limitar su vida y a convertirlo en una persona discapacitada. Si en ese entonces a sus 95 años era lúcido y activo, cómo sería 10 años menos.
El viejismo, “ageism” en inglés, término introducido por el gerontólogo norteamericano Robert Neil Butler en 1969 y que se refiere al prejuicio, que tiene la sociedad contra el proceso del envejecimiento.
Se dice que el viejismo comenzó con la revolución industrial o mejor dicho con la industrialización de la sociedad, pues antes de esta etapa, el anciano dedicado a la agricultura, la ganadería, artesanía, la docencia etc., no tenía problemas económicos grandes y era dentro de lo aceptable dueño de su tiempo y de su espacio y su experiencia era respetada pues su conocimiento y pericia se logró luego de muchos años de trabajo sostenido. Con la revolución industrial la experiencia paso a un segundo plano y lo que se necesitaba era de mano de obra barata y esta recayó en los jóvenes que iban a realizar actividades rutinarias, básicas y repetitivas, la máquina reemplazo al hombre pero sobretodo reemplazó la experiencia, se pasó a la producción en masa, en cantidad dejando a la calidad a un lado.
Desde el punto de vista médico, era un criterio de exclusión para ingresar a una unidad de cuidados intensivos, el solo hecho de ser anciano, lo descalificaba de ingresar a recibir terapia intensiva de soporte, con instrumental complejo, así como algunas intervenciones de gran complejidad como los trasplantes de órganos; hoy en día si nos damos una vuelta por las salas de emergencias, hospitalización o de cuidados intensivos de cualquier hospital general vamos a ver que están ocupadas en su mayoría por personas adultos mayores ya que esta concepción errada ha ido desapareciendo.
En medicina el criterio más importante, para una intervención médica, o quirúrgica más que la edad, es el grado de independencia funcional, es decir, la capacidad de la persona para valerse por sí misma, el ser independiente. Diariamente vemos a personas de más de 80 años que están en perfectas condiciones físicas mientras que hay personas de 60 con grados de dependencia extrema, muchos en hemodiálisis, amputados, o dependientes del oxígeno por varios motivos, dejando de ser independientes y funcionales sino personas discapacitadas.
Desde el punto de vista social, vivimos en una sociedad anti envejecimiento, en donde el anciano es mal visto, se le ve como una persona pasada de moda, e inútil. Esta sociedad mitifica a la juventud pero desde el punto de vista físico, orientándolo a la belleza externa y basta dar una mirada a la televisión, a los comerciales, a las novelas y ver como el anciano ocupa roles de segunda categoría. Podemos ver como muchas personas llegan a extremos, muchas veces hasta ridículos para conservar una “eterna juventud”, pero externa, sometiéndose a cirugías plásticas deformándoseles el rostro, la expresión, llegando finalmente a ser una caricatura de ellos mismos.
Nuestra sociedad está descuidando los valores y, los principios, ve lo exterior, es decir mira el continente y no el contenido, mira el envase y no el producto del envase.
Todo parte de casa, eduquemos a nuestros hijos para que crezcan en una sociedad que vuelva a valorar al adulto mayor como el sabio que siempre ha sido y que recupere su sitial en la sociedad que por miles de años ocupó siempre.
CARLOS SANDOVAL CÁCERES
Médico Geriatra / pachogeriatra@yahoo.es
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