Recuerdo con mucho cariño a mi paciente doña Rosita, una chiclayana muy alegre, activa y sobre todo famosa por ser una excelente cocinera, cada vez que se celebraba algún evento en el Centro geriátrico, ya sea el Día de la Madre, del Padre o del Adulto Mayor, en donde todos llevaban algún potaje para compartir, el plato que llevaba Rosita era el primero en terminarse, pero como yo era su “engreído” me servía un plato extra aparte.
Rosita era madre de cinco hijos, tres varones que vivían en Lima y dos mujeres que vivían en los Estados Unidos, una vez conversando con ella me contó que no veía a sus hijas hace muchos años y estaba apenada porque incluso tenía nietos que aún no conocía, porque habían nacido en los Estados Unidos. Le pregunté por qué no había viajado al país del norte a visitar a sus hijas y conocer a sus nietos, me respondió que sus hijas le ofrecían enviarle el pasaje para viajar a los Estados Unidos y que incluso allá no iba a gastar nada porque seguramente iba a ser muy bien atendida por sus familiares, pero tenía un serio problema, no podía viajar porque no tenía con quién dejar atendido a Tadeo. Yo sabía que Rosita era viuda, así que le pregunté quién era Tadeo y me dijo, mi perro.
No había forma ni manera que convenciera a que Rosita dejara encargado a Tadeo, su perro, con alguien, tenía que ser ella misma quien lo cuidara. Tadeo tenía doce años, que en equivalencia a la edad de los perros le correspondía unos ochenta años, por lo tanto era un perro anciano, que requería de atención y cuidados que solo Rosita se los podía dar.
Recién al morir Tadeo, Rosita pudo viajar a los Estados Unidos a visitar luego de muchos años a sus hijas y de paso conocer a sus nietos.
Esta historia que les he narrado es completamente cierta y de hecho no es el primer ni el último caso de una relación tan fuerte de un amo y su mascota, para Rosita, no se sentía la ama sino la mamá y Tadeo no era su mascota sino su hijo pequeño.
Como bien conocemos, conforme progresa la edad y uno va envejeciendo van apareciendo una serie de cambios en la vida de la persona, los hijos ya se fueron de la casa a formar sus hogares incluso alguno lejos de casa como una provincia e incluso fuera del país, luego viene la jubilación y una especie de monotonía en casa, mucho tiempo libre, para el cual no estaban preparados y luego viene la viudez, tanto para el hombre como la mujer. Estadísticamente sabemos que, la proporción de viudas sobre viudos es mucho más alta, por un lado porque generalmente el varón es de más edad, en promedio unos diez años más y por otro lado está demostrado que la esperanza de vida de la mujer es mayor que la de los hombres, por lo tanto siempre habrán más viudas que viudos.
Al pasar la etapa de haber criado hijos e incluso nietos viene una soledad no programada, algunos contemporáneos como amigos y familiares van falleciendo, por lo tanto una alternativa para combatir la soledad es el criar una mascota.
En el Japón y Europa, es muy común ver a adultos mayores en los parques cuidando y paseando perros, de todas las razas y tamaños. Hay plazas en Europa, y yo mismo lo pude comprobar en Girona (Cataluña España), en donde habían más adultos mayores paseando perros, que madres paseando niños.
Conocemos que los métodos anticonceptivos, la planificación familiar y el conocimiento sobre el proceso de reproducción, ha hecho que las tasas de natalidad hayan disminuido en todo el mundo, por lo tanto cada vez hay menos nacimientos o sea cada vez hay menos niños.
Se ha demostrado que el cuidar una mascota ayuda mucho al adulto mayor, por un lado lo mantiene activo, pues tiene que caminar para pasear a su mascota, lo mismo que se mantiene ocupado en comprarle y administrarle la alimentación, las vacunas y los cuidados generales, es decir, lo mantiene mentalmente activo y finalmente al salir al parque a pasearlos se encuentra con otros casos similares y comparten conversaciones intercambiando experiencias, por lo tanto desarrollan su actividad social.
Se ha demostrado que el cuidar una mascota, mejora el estado de ánimo, el estado de alerta, combate la depresión, el estrés y el sueño, además mejora en gran medida el aspecto cardiovascular; ante todo esto, podemos inferir que cuidar una mascota mejora la salud en general.
Cuando hablamos de mascotas, lo asociamos al cuidado de un perro, pero mascotas hay de todo tipo, como gatos, peces, tortugas, loros, canarios etc. Cualquier animalito que permita ser cuidado por un adulto mayor, favorecerá que este adulto mayor se mantenga ocupado y sobre todo a quien transmitir el amor que desea entregar.
Repito, la mascota deja de serlo para convertirse en un miembro de la familia, mi madre cuando va al mercado y le compra algún disfraz o traje a Maya, nuestra perra (de raza peruano sin pelo), no dice “le he comprado este vestido a la perra” sino dice, “le he comprado un vestido a la bebe”, Maya es nuestra engreída que incluso reclama su golosina (unos hot dog de carnazas), cuando ve que todos comen alguna golosina o un postre.
Bueno hasta aquí por esta vez, voy a sacar a pasear a Maya que está que me muerde el zapato.
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