Julia, de 86 años tiene demencia, Teresa de 53 años es su hija, y distribuye su tiempo en cuidarla y en su trabajo como médico.
Julia inventa situaciones que nunca han existido, su hija se estresaba y perdía la paciencia.
Durante la pandemia, Julia no ha salido un solo día de su casa, sin embargo si se le pregunta por cómo se encuentra, responde que está “muy bien”, que se divirtió en el club de la tercera edad y que después acudió a la parroquia.
La demencia, hace que el enfermo cree un mundo particular, inventa momentos agradables o desagradables; en su imaginación, Julia inventa diversas situaciones placenteras que le hacen disfrutar del momento.
De una u otra manera, estas ideas le sirven como un “protector” de la ansiedad en relación a esta pandemia y al confinamiento obligatorio en que vivimos. Le sugerí a Teresa que le “siga la corriente” y no le lleve la contraria. Al fin y al cabo, estas invenciones hacen feliz a la madre.

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