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Me contaba mi padre, que allá en los lejanos años cincuenta, tanto en Lima como en casi todo el Perú, la ciudad se paralizaba para escuchar en Radio Victoria a los “Ídolos del Pueblo”, es decir al famoso grupo de música criolla “Los Embajadores Criollos”, conformado por Rómulo Varillas, primera voz, Carlos Correa y Alejandro Rodríguez; en aquellos tiempos, me decía, se vivía y se gozaba de la Canción Criolla Peruana, que no solo era hermosa por su música y cadencia, sino por su letra, en donde se reflejaba la vida común y corriente de la gente del pueblo, sus romances, sus frustraciones, sus duelos e incluso narraban sus enfermedades como el Tísico. Si bien es cierto esas canciones sonaban en la radio durante los años cincuenta, estas canciones se volvieron inmortales, pues aun a pesar de alienación y la globalización se continúa oyendo canciones como “Hermelinda”, “El Huerto de mi Amada”, “El Pirata” entre muchas más.

Ya les he hablado de la importancia de la Musicoterapia, es decir la terapia a través de la música que la pueden desarrollar en la casa, el hospital o cualquier ambiente, hay talleres dirigidos por profesionales muy competentes y con mucha experiencia como los Terapeutas Ocupacionales y los Psicólogos, cada uno dentro de su profesión y su propia experiencia pero siempre con buenos resultados. La musicoterapia ayuda al movimiento, al equilibrio, la coordinación, mejora el tono muscular, evita las caídas, ayuda a combatir la depresión, la pérdida de memoria y la demencia. Incluso es recomendada para enfermedades del corazón, los pulmones y metabólicas como la Diabetes Mellitus. He tenido experiencias en donde un grupo de pacientes con demencia avanzada, de un momento a otro se ponen a cantar con la letra exacta de la canción que escuchaban. Recuerdo una vez, que por casualidad en la radio se escuchó, “El Tango Uno” de Gardel, y mis pacientes con demencia, muchos de ellos idos y desorientados, repentinamente se pusieron a cantar la canción a coro, otros a tararearla y otros llevaban el compás de la canción con las palmas y otros tamborileando contra la mesa.

El ver a un adulto mayor, cantar a voz en cuello, la música criolla, música de sus amores, es maravilloso, parece que no sufriese de ninguna enfermedad, y que el recuerdo de las letras incomparables de las canciones de antaño, de las canciones criollas, traen a su vida, paz, alegría, regocijo, remembranzas, alegría y felicidad, que se multiplican exponencialmente si se acompañan con bailes, pasos, pasitos, palmas, etc, de todos y se siente como un aliciente a seguir cantando.

La música da vida, y es para todas las edades, debe de seguir formando parte de nuestras vidas por siempre. Desde esta columna quiero rendirles un homenaje a aquellas personas que sembraron en nuestras almas y corazones nuestra música criolla, que no se pierda y nunca sea reemplazada por otra extranjera. Inculquémosles lo nuestro a las futuras generaciones de nuestro país y que escuchen, vivan y disfruten de la letra de esta música que es la música del pueblo.

Hasta Pronto y Muchas Gracias

Dr. Carlos Sandoval

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