Rosa de 79 años, es una mujer de muy buen carácter, dispuesta a ayudar y a
participar en cualquier actividad. Rosa tenía un perrito llamado Pipo, su fiel
compañero con quien iba a todos lados. De repente a Pipo le apareció un pequeño
tumor en el abdomen, que fue creciendo en volumen. Rosa llevó a Pipo al
veterinario y éste le informó que tenía cáncer. Al mes Pipo sufría de dolores
intensos por lo que Rosa llevó a Pipo para que lo durmieran.
Rosa literalmente se derrumbó, perdió el apetito y dejó de ir a sus reuniones. Rosa
estaba presentando un duelo por la pérdida de Pipo. Fue medicada y recibió
terapia psicológica.
El vínculo entre un adulto mayor y su mascota puede ser muy grande y mayor aun
en esta etapa de la vida en que pasan más tiempo juntos. Rosa tenía varias
fotografías de Pipo y las miraba con pena, cuando éste cerró sus ojos para
siempre a Rosa le afectó mucho, pero se quedó con el recuerdo de su querido
amigo y compañero.
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