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Artículo publicado por el 15 de noviembre de 2015

http://diariouno.pe/2015/11/15/la-conspiracion-del-silencio/

Hasta cuando es correcto ocultarle la información a un anciano

silencio

En más de una ocasión durante mi carrera, les he oído decir a los hijos de mis pacientes, para que no les diga la verdad de su diagnóstico, sobre todo cuando se trata de un diagnóstico no muy agradable como por ejemplo el caso de un cáncer. Entonces yo suelo preguntarles y por qué no desean que su padre o madre conozca su diagnóstico y ellos me responde para que no sufra.

VEAMOS LA HISTORIA
Maritza era mujer de 85 años que se dedicó al comercio, tenía un puesto en el mercado donde vendía frutas y verduras, fue muy dedicada a sus quehaceres diarios, madre de 5 hijos y abuela de 15 nietos, viuda desde los 40 años y no quiso volver a casarse otra vez, por lo que tuvo que trabajar duro para sacar adelante a sus 5 hijos que con el tiempo se hicieron profesionales. Maritza era muy querida y respetada no solo por su familia sino por toda la comunidad debido a que toda la vida fue una persona muy colaboradora y activa.

De repente notó que bajaba de peso, por lo que empezó a preocuparse tanto ella como sus hijos, por lo que acudieron al médico para que sea evaluada. El médico le indicó una serie de análisis de laboratorio como radiografías y tomografías. Luego de evaluarla se sospechó que Maritza presentaba un cáncer de estómago avanzado, por lo que fue referida al gastroenterólogo y al oncólogo. Los hijos de Maritza decidieron no contarle nada ni decirla la verdad sobre su diagnóstico.

Maritza sospechaba que algo andaba mal, pues veía que sus hijos y nietos lloraban en privado y en silencio, seguía bajando de peso y comenzó a hinchársele el abdomen presentando un cuadro de ascitis. Maritza preguntaba y sus hijos le decían que todo iba a salir bien y que no se preocupara por nada.

Los hijos habían conversado con el médico para que no le dijera la verdad del diagnóstico a su madre, situación que el médico se opuso al principio, pues les explicó que Maritza tenía el derecho de conocer su estado. Pero respetando la voluntad de los hijos y para no tener líos con ellos aceptó callar la verdad.

ADELGAZANDO MÁS
Maritza seguía cada vez adelgazando más y su estado general empeoraba, comenzó a presentar vómitos cada vez más frecuentes, producto de la quimioterapia que estaba recibiendo sin que ella lo supiese y aceptado. Les preguntaba a sus hijos sobre su estado y ellos continuaban mintiéndole que todo estaba bien y que no se preocupara. Finalmente Maritza entendió que lo suyo era grave y no había vuelta atrás, ella misma llamó a sus hermanos que vivían en provincias para contarles de su estado y despedirse de ellos. Los tíos le increparon a sus sobrinos que porqué no les habían contado nada, lo que llevó luego a un resentimiento por parte de ellos y un alejamiento familiar.

Al final Maritza falleció y a pesar que sus hijos no desearon decirle la verdad que ella ya sospechaba desde el inicio tuvo la oportunidad de arreglar algunos documentos y despedirse de sus seres queridos.

He visto a muchos pacientes angustiarse porque comienzan a bajar de peso, a presentar diarreas y dolores y no conocen su diagnóstico porque sus hijos han decidido no decírselos. Incluso comienzan el tratamiento para el cáncer con la quimioterapia, posteriormente comienzan a presentar los efectos colaterales de la quimioterapia que muchas veces son muy fuertes como caída del cabello, oscurecimiento de la piel, nauseas, vómitos, diarreas, trastornos del sueño y del ánimo. Y el paciente comienza a angustiarse doblemente, por un lado no sabe lo que tiene y por otro lado se da cuenta de que le aplican una medicación que le produce estragos (medicación que ellos no autorizaron).

Se conoce el término La conspiración del silencio cuando de manera implícita o explícita los hijos del paciente, su médico y equipo de salud por un lado conocen la enfermedad de su ser querido y desean ocultarle la verdad. También se asocian a “mentiras piadosas” en donde le ocultan el fallecimiento de un ser querido como un hermano o hermana, o de algún amigo o amiga.

NORMAS LEGALES.
Existe un principio fundamental en bioética que se llama Principio de Autonomía en donde la persona, ya no el anciano, sino la persona en general, tiene el derecho de conocer su enfermedad, el pronóstico de la misma y el tratamiento que va a recibir y las alternativas en caso de no poder recibir ese tratamiento (caso de operaciones), incluso está fundamentado en la Ley General de Salud actualmente vigente y la Ley del Adulto Mayor, es decir por Ley la persona humana y se incluye al adulto mayor tiene el derecho de la información de su enfermedad.

Muchas veces los hijos por una falsa idea de protección a su ser querido de que una mala noticia le va a producir un ataque o alguna situación grave deciden de manera arbitraria, no informales de su estado a la persona interesada. Lo mismo sucede cuando le ocultan al anciano el estado de enfermedad o la muerte de un ser querido, incluso les inventan cartas o llamadas cuando el familiar fallecido esta fuera de la ciudad, recuerdo el caso de una anciana que le escribía cartas a su hermana ya fallecida hacía más de cinco años y ella pensaba que vivía y se ilusionaba cuando recibía las cartas de respuesta de ella, situación que me pareció patética y amoral.

Por más dolorosa que sea la enfermedad que padezca nuestro paciente, tiene todo el derecho de conocer su enfermedad. Existen guías y protocolos para informar las malas noticias, el cual debe de darse progresivamente y no bruscamente, tal vez por etapas o de manera escalonada, para que el anciano vaya superando y asimilando poco a poco la noticia. El anciano tiene el derecho de conocer su enfermedad, su pronóstico y tratamiento para poder decidir qué tipo de tratamiento y cómo lo va a recibir, conocer las alternativas que exista en caso de no poder recibir el tratamiento de primera línea, a veces debido a su avanzada edad o a la presencia de alguna enfermedad crónica en estado avanzado el anciano no puede ser operado o no puede recibir quimioterapia.

EN SITUACIÓN DE INTERDICCIÓN
Salvo que nuestro paciente sufra de algún tipo de trastorno mental como el Alzheimer, cualquier otra demencia o enfermedad psiquiátrica tipo esquizofrenia, ahí si es lícito ocultarle la información al anciano, pues por un lado en unas horas se va a olvidar de la noticia y otro lado su estado mental de fondo le proporciona el derecho al familiar de ocultarle la información, ya que el anciano cuando presenta estas enfermedades demenciales podría estar en situación de interdicción y su curador decide por ella.

Los ancianos están más preparados para recibir este tipo de información mucho mejor de lo que uno puede imaginarse, pues muchos de sus contemporáneos amigos y familiares ya han fallecido y el anciano ve el proceso de la muerte como algo normal.

El ir al velorio o funeral de un amigo o un ser querido para despedirlo y honrarlo es un derecho que tampoco debemos de negarle a nuestro ser querido, en el fondo más va a sufrir no haber podido ir a despedirse de su ser querido que ocultarle la información.

CARLOS SANDOVAL CÁCERES
Médico Geriatra
(pachogeriatra@yahoo.es)

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