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Discriminación al Adulto Mayor

NO PERMITAMOS NINGÚN TIPO DE DISCRIMINACIÓN

Juan de 60 años, trabajó muchos años como mecánico en una gran empresa de transporte público, que se fue a la quiebra. Postuló a un taller de mecánica mucho más pequeño, el día del examen de selección, vio algunas miradas burlonas y risueñas de algunos postulantes jóvenes que acudían bien vestidos con sus diplomas universitarios, no les hizo caso. Cuando llegó el examen práctico ninguno de los jóvenes pudo resolverlo mientras que Juan lo hizo sin ningún esfuerzo.

El artículo 2° de la Constitución Política del Perú 1993 menciona que la persona tiene derecho a la igualdad ante la Ley, sin ser discriminado por ningún motivo, incluida la “edad”.

Lo aprendido por Juan durante una vida entera de trabajo, no lo enseña ninguna universidad, sino que se aprende a través de la experiencia de toda una vida.

Seamos empáticos y respetuosos y nunca discriminemos a nadie, ni por edad, sexo, ideas políticas o situación económica. Todos merecemos respeto.

Urge que el Gobierno Peruano firme la adherencia a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Adultas Mayores

Urge que el Gobierno Peruano firme la adherencia a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Adultas Mayores

El 10 de diciembre de 1948 en París se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento que fue un hito para la historia de la humanidad. Hasta antes de esa fecha, tanto en Europa como en el resto del mundo, las personas tenían categorías, desde el nacimiento, los nobles o aristócratas, los ricos, el pueblo e incluso existían los esclavos, y los derechos de las personas, eran diferentes unos de otros. Antiguamente las personas nacían con más y menos derechos que otros, por lo tanto la justicia no era equitativa para todos.

Esta Declaración supone en primer lugar el reconocimiento universal de que los Derechos Humanos básicos y las libertades fundamentales son inherentes a todos los seres humanos, inalienables y aplicables en igual medida a todas las personas, que cada persona ha nacido libre y con igualdad de dignidad y de derechos. Independientemente de la nacionalidad, lugar de residencia, género, etnia, color de piel, religión, idioma o cualquier otra condición.

Así mismo existe un grupo de personas que son consideradas como población vulnerable, es decir aquellas que se encuentran en estado de desprotección o incapacidad frente a una amenaza a su condición psicológica, física y mental entre otras. Son grupos de personas excluidas tradicionalmente por razones, de educación, sociales, económicas entre otras.

Dentro de este grupo de población vulnerable se encuentras los Adultos Mayores quienes son precisamente la población vulnerable que requiere de la mayor atención por parte de los Estados y los grupo gubernamentales, es la población que consume la mayoría de los recursos hospitalarios, como la utilización de salas de emergencias, de operaciones, camas de hospitalización, consultas externas, medicamentos y procedimientos.

Sin embargo a pesar de ser un grupo considerado como vulnerable, con esta población ocurre lo opuesto, es decir es un grupo de personas discriminadas, o sea lo opuesto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Los Adultos Mayores tienes su Propia Declaración Universal

El 15 de junio del 2015 en la Organización de Estados Americanos OEA, se elaboró un documento muy importante la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Adultas Mayores.

Este es el primer instrumento jurídico específico en materia de los Derechos Humanos de las personas adultas mayores para promover, proteger y asegurar el reconocimiento y pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, dirigidos a todas las personas adultas mayores de la región a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad.

Este documento reconoce que la persona a medida que envejece debe de seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autómata, con salud, seguridad, integración y participación activa en las esferas económicas, social y cultural y política de sus sociedades.

La salud, el envejecimiento activo es un Derecho Humano, por lo tanto no es negociable e independientemente del gobierno o sistema de gobierno debe de ser suscrito y adherido.

El Perú aun no firma la Adherencia a Este documento

Pese la entonces candidata a la segunda vicepresidencia (Dra. Mercedes Aráoz Fernández)  en remplazo del candidato a la Presidencia de la República (Dr. Pedro Pablo Kuczynski) se comprometió a firmar la Convención, hasta la fecha el Gobierno aún no ha se ha adherido.

El argumento del Gobierno peruano en no firmar la adherencia a la Convención es que uno de los puntos que se plantea es que el Gobierno brindaría seguridad social para todos los Adultos Mayores. Sabemos que el sistema de la salud del Perú básicamente está separado entre asegurados (quienes cotizan y han cotizado al Seguro Social, para recibir una prestación de salud) y quienes no cotizan al Seguro, recibirían la prestación de salud a través del Ministerio de Salud, quien cuenta con el SIS Seguro Integral de Salud.

Si bien es cierto, no se le puede dar seguridad social a todas las personas que no han cotizado a Essalud, pues en la actualidad el Seguro Social  funciona mal como sistema y al recibir una inmensa proporción de nuevos adherentes, el Seguro colapsaría, es obligación del Estado Peruano dar cobertura de salud a quienes no tienen Essalud.

Recordemos que el acceso a  la salud es un Derecho Fundamental del Ser Humano, por lo tanto sugiero que el Estado debe de potenciar el SIS e inscribir a todos los Adultos Mayores que no tengan Seguridad Social y de una vez por todas elaborar un Plan Nacional realista, objetivo y que soluciones los problemas actuales del adulto mayor, como fortalecer Atención Primaria de la Salud, potenciar el sistema de atención domiciliaria para adultos mayores en situación de dependencia y e incentivar la Promoción de la Salud y la Prevención de la enfermedad.

Muchas Gracias

 

Dr. Carlos Sandoval Cáceres

Médico Geriatra

pachogeriatra@yahoo.es

El dolor no es una situación normal en el Adulto Mayor

Una anécdota muy conocida le ocurrió a un médico, que atendía a un paciente de 85 años, quien consultaba por un dolor en la rodilla derecha. El médico le dijo qué podría esperar a los 85 años, que era normal que a los 85 años le doliera la rodilla derecha. El paciente un poco enojado y decepcionado le dijo, que su rodilla izquierda también tenía 85 años y no le dolía.
Existen una serie de problemas muy frecuentes y comunes que se van a presentar en los adultos mayores y debido a su frecuencia muchas veces son confundidos como procesos normales propios del envejecimiento, con el cual debemos de cargar sin hacer nada, pues es “parte del envejecimiento”.
A estas situaciones frecuentes se les conoce como los Síndromes Geriátricos. Existen varios síndromes geriátricos como las caídas, la incontinencia urinaria, el inmovilismo, las demencias (los olvidos que se incrementan con el tiempo) que son muy frecuentes en el adulto mayor y que al ser frecuentes se les suele considerar como “algo normal”, tanto por la sociedad, el propio paciente confundido e incluso por algunos médicos (como el médico del caso anecdótico). Uno de los síndromes geriátricos muy frecuentes es el dolor.
El dolor es una sensación subjetiva y desagradable que experimenta la persona, producto de una agresión (injuria o daño) que podría ser mecánica, química, inflamatoria, etc. El dolor es una situación muy personal e individual, cada uno experimenta esa experiencia de manera particular, algunas personas tienen una mayor resistencia al dolor que otras, unos pueden tener el mismo dolor durante varias horas o días mientras que otra persona con ese mismo dolor ya se hubiera desmayado o chocado, pues se ha reportado casos de desmayos y choques (shock) por dolor.
Debemos de dejar claro que el dolor NO es una consecuencia normal del proceso del envejecimiento, incluso no es normal en ninguna etapa de la vida, el dolor responde a una agresión hacia el organismo y que éste nos lo comunica e interpreta con dolor, que es un mecanismo de defensa y huida para evitar esta situación.
Cuando un anciano te dice que le duele es porque le duele.
Debemos de prestar mucha atención a los síntomas y lo que nos manifiestan nuestros adultos mayores, muchas veces se les trata como a muchachos caprichosos que se quejan de todo y por todo mientras que la realidad es otra, o se les dice que “son los achaques propios de la vejez”.
Si un anciano refiere que le duele alguna parte de su cuerpo, esa información hay que tomarla muy en serio y creerle y nunca pensar que el dolor es parte normal del envejecimiento. Hay que averiguar e investigar la causa del dolor, es decir, el origen de ese dolor. Para esto se debe de aplicar la semiología del dolor, la ubicación, la irradiación, el tipo de dolor (ardor, retorcijón, punzada, quemazón, etc.), preguntar qué condiciones y situaciones aumentan el dolor: como el movilizarse, respirar, toser y cuales lo disminuyen como el reposo, o el movimiento.
EXISTEN VARIOS TIPOS DE DOLOR
Existen varias clasificaciones para determinar el tipo de dolor, algunos lo clasifican si es un dolor superficial o profundo. Otro tipo si es agudo (de pocas horas o días de evolución) o crónico de varios días, semanas y meses de evolución y finalmente de acuerdo a la estructura comprometida, si es la articulación (generalmente en las artritis y artrosis), en los nervios periféricos (dolor neuropático), o de alguna víscera hueca (generalmente los cólicos intestinales).
De tal manera que cuando un adulto mayor se queja de dolor, hay que definir de qué tipo de dolor se trata y definir su localización y características, ya que el tratamiento que va a recibir el enfermo es diferente de acuerdo al tipo del dolor.
Generalmente los dolores de tipo inflamatorio como la artrosis o la artritis suelen responder bien a los antiinflamatorios, los dolores neuropáticos, como las neuropatías diabéticas o post herpética (secuela de haber presentado herpes zoster) suelen responder bien a los antiepilépticos del tipo Gabapentina o Pregabalina y los dolores de víscera hueca, responden bien a los antiespasmódicos.
Cuando el dolor se hace crónico muchas veces el tratamiento farmacológico es muy complicado, pues los medicamentos no suelen responder como se espera y además algunos de ellos como los antinflamatorios administrados de manera crónica y en dosis elevadas, podrían ocasionar cuadros de gastritis, úlceras gástricas y hemorragias digestivas, etc.
Los medicamentos no son los únicos tratamientos disponibles
Para el tratamiento del dolor crónico y en especial si se trata de un adulto mayor, existen algunas alternativas con demostrada experiencia, entre ellas, las terapias farmacológicas y las terapias no farmacológicas. De las primeras ya se comentó, dentro de las segundas podemos contar con la fisioterapia (terapia física) y los agentes físicos como la parafina, el ultrasonido, electricidad y los ejercicios programados de acuerdo al tipo de dolor. La acupuntura en manos expertas y entrenadas ha manifestado buenos resultados, hay métodos de relajación y meditación.
No todos los medicamentos se aplican en tabletas o inyecciones, ahora los hay en parches, cremas, ungüentos, lociones y frotaciones. Dentro de la medicina tradicional peruana existen algunos emplastos de hojas de yantén, coca, muña etc.
MITOS CONTRA LA MORFINA Y DERIVADOS
La morfina es un analgésico conocido desde hace muchos años y deriva del opio, de ahí que se incluye en el grupo de medicamentos opiáceos y antiguamente fue usado para calmar el dolor, pero uno de sus efectos colaterales era que podía ocasionar dependencia, de ahí que es un fármaco al cual se le tiene muchos prejuicios y se tejen mitos e historias alrededor de él.
Si no hay respuesta positiva al tratamiento analgésico convencional, no debemos de dudar en administrar morfina a nuestro paciente, pues esta se puede administrar en gotas, tabletas, cremas, parches, ampollas e incluso supositorios, El tratamiento debe de ser de acuerdo a la respuesta de nuestro paciente, es decir comenzar con una dosis baja e ir aumentando en intensidad de acuerdo a los resultados evidenciados.
Está demostrado que más se le teme al dolor que a la propia muerte, el anciano está familiarizado con el tema de la muerte pues cuando éste llega a la etapa de adulto mayor para ese entonces, muchos de sus amigos y familiares contemporáneos ya han fallecido por lo que saben que a cierta edad el tema de la muerte va a ser cada vez más frecuente. Hay estudios que han demostrado que más temor se le tiene al dolor, al morir con dolor; se le tiene más miedo al dolor que al cáncer. Es un tema de derechos humanos, calidad de vida y de dignidad vivir y morir sin dolor. No permitamos que nuestros familiares y nuestros pacientes vivan con dolor. La ciencia y la medicina han progresado mucho como para dejar que nuestro paciente sufra por dolor
Atentamente
Dr. Carlos Sandoval Cáceres
Médico Geriatra
consultas@geriatrasandoval.com